La contaminación química de los suministros de agua en nuestra región es una grave crisis de salud pública. El arsénico y el fluoruro están estrechamente relacionados con la fluorosis dental y esquelética, las enfermedades renales crónicas, las enfermedades de la piel y varios tipos de cáncer. Los niños corren el mayor riesgo, ya que sus cuerpos en crecimiento absorben estos minerales a un ritmo mucho mayor, y la exposición a un alto nivel de fluoruro durante la infancia ha demostrado tener graves repercusiones en el desarrollo cognitivo y la capacidad de aprendizaje de los niños más adelante. Sin embargo, la falta de un control adecuado del agua hace que el problema siga siendo en gran medida desconocido.
Además de contaminar las aguas subterráneas, la sobreexplotación está provocando que cada vez más pozos se sequen, dejando a comunidades enteras sin agua. Los residentes se ven obligados a abastecerse de agua de fuentes alternativas que a menudo son poco fiables, caras o inseguras, lo que pone en riesgo su bienestar físico y económico, especialmente para las mujeres, que suelen ser las responsables de recoger el agua.
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