Campaña de julio | Terreros de la Concepción
Esta temporada de lluvias puede proveer suficiente agua segura y saludable a comunidades en riesgo para todo un año, pero antes necesitamos poder captarla.
En 2013 se nos pidió analizar por primera vez las fuentes de agua en la comunidad de Terreros de la Concepción (Terreros) en el municipio de San Luis de la Paz. Lo que encontramos fue que el pozo que abastecía a ésta y otras cinco comunidades cercanas tenía algunos de los niveles más altos de contaminación por arsénico que habíamos visto hasta la fecha, seis o siete veces por encima de lo que la Organización Mundial de la Salud considera aceptable para el consumo humano de arsénico y fluoruro respectivamente. Estas comunidades están a solo una hora en coche del centro de San Miguel de Allende.
¿Qué significa esto? Que todos los habitantes de estas seis comunidades corren riesgos a la salud relacionados al desarrollo infantil, de desarrollar una enfermedad renal crónica o de padecer cualquiera de los cánceres relacionados con la ingesta crónica de arsénico y fluoruro.
Compartir estas malas noticias a la comunidad no fue fácil. Pero lo que lo hizo más difícil fue que se había instalado una planta de ósmosis inversa en la comunidad que comercializa agua embotellada. Pero esta solución era algo que pocos podían pagar de manera regular y para los que viven en la partes altas de la comunidad cargar los pesados garrafones de 20 litros agua por los empinados caminos que conducen hasta sus hogares resulta difícil.
Afortunadamente, un grupo de Terreros pudo asociarse con Comunidades Unidas por la Vida y el Agua Pastoral Social (CUVAPAS), una organización de base de la Iglesia Católica que es de nuestros colaboradores más importantes. CUVAPAS está comprometida a ayudar que las comunidades rurales se organicen y enfrenten la crisis del agua y otras necesidades.
Pero la contaminación no se detectó a tiempo y lamentablemente algunas de las amenazas para la salud se volvieron realidad para muchas personas. CUVAPAS, liderado por el indomable Padre Zesati, la comunidad y Caminos nos organizamos. Esto permitió que Terreros se transformará en una fuerza comunitaria altamente motivada.
Trabajando juntos desarrollamos un plan para la captación de agua de lluvia, conseguimos financiamiento y construimos sistemas que proporcionan agua sana y saludable durante todo el año a más de 15 familias.
La construcción de los sistemas en Terreros de la Concepción ha sido uno de los momentos más memorables que hemos vivido en Caminos de Agua. Desafortunadamente estos sistemas solo benefician a menos de la mitad de las familias de la comunidad. ¡Necesitamos terminar el trabajo en Terreros de la Concepción y otras comunidades!
¿Por qué está contaminada nuestra agua?
Por muchos años y con mucho esfuerzo los habitantes de Terreros pudieron abastecerse de suficiente agua limpia proveniente de los arroyos y pozos en la región. Así pudieron mantener una vida saludable en medio del entorno semiárido del norte del Estado de Guanajuato.
Sin embargo, en los años ochenta comenzó un auge agroindustrial en la región con el cultivo masivo de brócoli y lechuga para exportación. Estas cosechas requieren enormes cantidades de agua y desde entonces los niveles freáticos han comenzado a descender dos metros o más por año. Esto ha causado que el arsénico y el fluoruro, presentes de manera natural en las aguas subterráneas profundas, se mezclen con el agua. Este fenómeno está ocurriendo en toda la región de la Cuenca del Alto Río Laja y afecta a las más de 680,00 que aquí habitan en esta zona que incluye a el Municipio de San Miguel de Allende. Cuanto más tiempo se ingesta esta agua contaminada, mayores los riesgos y amenazas graves a la salud de la población.
¿Qué podemos hacer al respecto?
Caminos de Agua existe para determinar exactamente cuáles son los riesgos a las comunidades de la región. Monitoreamos fuentes de agua desde el Centro Histórico de San Miguel de Allende hasta comunidades a las que solo se puede llegar por caminos de terracería. Nuestra responsabilidad es ayudar a que nos podamos organizar para diseñar, implementar y monitorear las soluciones a la medida que cada comunidad requiere.
La agroindustria sigue creciendo y los pozos que se perforan son cada vez más profundos. Los resultados de los análisis de agua que realizamos son cada vez peores y las amenazas para la salud se están haciendo cada vez más visibles. Podemos hacer más, pero para poder llegar a más comunidades necesitamos recaudar más fondos.